miércoles, 14 de marzo de 2012

CASO XEROX


Xerox es el sinónimo de la fotocopia en el mundo entero, y también la última corporación de los Estados Unidos que debió admitir que hizo magia en sus asientos contables. Ayer, la gigantesca compañía confesó que infló sus ganancias por 1,9 mil millones de dólares durante los últimos cinco años. El objetivo de la maniobra era seducir a Wall Street y hacer aún mucho más ricos a los ejecutivos de la firma, realizando trucos con futuros ingresos.
Este "mea culpa" no fue un acto de contrición voluntario, como la confesión de un monaguillo que se robó el vino del altar. Fue la Security and Exchange Commission (SEC) o Comisión federal de Mercados de Valores, el ente que regula las actividades de Wall Street, la que llevó a Xerox a la corte, argumentando que había exagerado sus ganancias para mantener el precio de sus acciones por las nubes.
La compañía evitó su procesamiento y no admitió las irregularidades cuando, en abril pasado, alcanzó un acuerdo con sus demandantes. Entonces pagó 10 millones de dólares —la multa más grande que se recuerde entre las corporaciones— y prometió limpiar los récords con los cuales había engañado a los inversores.

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